Valores formativos del baloncesto

El deporte es una necesidad individual y social cuya influencia se pronuncia cada vez más entre las actividades del hombre.

El baloncesto sorprende por la rapidez y amplitud de su progreso y se impone por la atracción que despierta. Incita a la acción, competición, superación del esfuerzo, y como tal debe ser orientado y dirigido, asegurando así su utilización como agente educativo.

De la comprensión, organización y acción orientadora del directivo, del coordinador y del técnico, dependen los beneficios que puede proporcionar. Sus efectos sobre la salud, sobre la moral, su influencia social, su acción sobre el carácter y su influencia sobre las cualidades intelectuales de sus alumnos serán, con toda certeza, benéficos si la orientación que se da a su enseñanza y a su práctica está perfectamente de acuerdo con los principios fundamentales de la educación.

Por el contrario, practicado bajo la forma de “rendimiento” que, por nuestra manera de pensar, pudiera ser calificada de “desvirtuada”, puede transformarse en fuente de peligros morales, físicos y sociales.

El espíritu de vencer a todo precio es la tendencia de los deportes modernos. En esas condiciones, no es al deporte del baloncesto al que debemos recriminar, sino a aquellos que lo utilizan para sus intereses, desvirtuando su verdadera finalidad, la educación, dentro de un marco deportivo con normas en el desarrollo físico, técnico, táctico e intelectual acorde a la etapa de formación.

Aceptamos el baloncesto como uno de los agentes fundamentales de la educación física, juntamente con los juegos y la gimnasia. Esos tres factores constituyen los medios de que se vale la educación física para contribuir eficientemente a la valiosa obra educativa general. El deporte en sí es una finalidad inmediata, en cambio lo intelectual y lo moral son fines mediatos. El entrenador que dirige su acción al perfeccionamiento con fines exclusivos de rendimiento no ejerce la función más importante de su labor cual es la educativa, la formación integral del individuo.

El desenvolvimiento muscular armónico, la belleza, control y naturalidad de los movimientos, el desenvolvimiento de las cualidades físicas (fuerza, velocidad, destreza, precisión, resistencia, etc.), de la eficiencia física, de las habilidades utilitarias y recreativas que caracterizan fundamentalmente las actividades físicas, son dignos de consideración en todos los sistemas de educación física, tanto como la obra educativa general.

El desenvolvimiento de la energía y firmeza de la voluntad, la formación del carácter, la objetividad de la conducta, el equilibrio emocional, de las cualidades personales (comprensión, cordialidad, respeto al prójimo, solidaridad, cooperación, buena voluntad, generosidad, honestidad, lealtad, disciplina, responsabilidad) son cualidades para cuya realización el baloncesto, bien orientado y dirigido, puede contribuir de manera importante.

El mundo moderno requiere hombres equilibrados – mental, emocional y físicamente – que agreguen a su energía una voluntad sólida para resistir los vicios de la sociedad actual y una amplia capacidad de producir y colaborar colectivamente en la sociedad.

Ese equilibrio de las fuerzas físicas, mentales y morales, tan necesario para la formación integral del hombre, justifica la orientación del esfuerzo educativo.

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